12 diciembre, 2007

SANTUARIO

Pido disculpas (una vez más y si es que a alguien le importa) por estar un mes enterito por ahí de picos pardos (“de picos pardos”= “muriendo lentamente”, ya sabéis) pero he de decir en mi favor que no he descuidado mis deberes (o no del todo). Algunos de los libros que he leído no me han gustado mucho, tengo que admitirlo. No estaba en mis planes decir esto pero… si hay por ahí alguna alma bondadosa que haya sido cautivada por Kafka en la orilla (o sea, que lo entienda) que me lo explique, please. Al llegar al final, de pronto me vi graznando“¿Qué? ¿Qué?” Así que necesito que alguien me ilumine para, una vez que lo entienda, rajar a gusto sobre ciertos momentos estilísticos, no muy abundantes, pero presentes al fin y al cabo, que me han hecho sangrar los ojos. Tranquilos, eso era una metáfora…
¿Lo pillais?

También he leído (y sigo haciéndolo) cosas guays, pero hoy voy a centrarme sólo en una de ellas. Habían sido varios, concretamente dos, mis fallidos intentos con Faulkner. Era frustrante... ¿Cómo es posible que no pudiera con él? ¿Con su obra más famosa? Sabía de antemano que los primeros capítulos de El ruido y la furia eran dificiles pero que valía la pena hacer el esfuerzo porque la novela es impresionante. Ratifico lo primero pero no estoy en condiciones de hacer lo mismo con lo segundo. Esos primeros capítulos han sido más fuertes que yo, los muy condenados. Así que tenía ahí una asignatura pendiente, una piedrecita en el zapato, una espinita en el corazón... Finalmente opté por prescindir de la novela pero no del autor. ¿Y cuál ha sido mi elegida? Santuario, la novela que le resultó editorialmente más rentable, si no me he informado mal.
Santuario es una reflexión acerca de la bajeza, la cobardía, la sumisión ante las adversidades y la corruptibilidad a las que somos capaces de sucumbir.
Un abogado se ve envuelto en un caso de asesinato y violación (una violación terriblemente mezquina, dentro de la propia mezquindad de cualquier violación) tras entrar en contacto con un grupo de contrabandistas de whisky. La creencia en la Justicia lleva a Horace Benbow a defender, ante una sociedad que desea ávidamente condenar al acusado, al inocente que ha de sentarse en el banquillo. Ese cuyo futuro más probable es ir a la horca si tiene la suerte de no ser antes linchado. Incluso tiene un aire a Matar a un ruiseñor, o yo se lo he visto, o querido ver, o lo que sea, con la diferencia abismal de que en ella se transmite un sentimiento de esperanza y en Santuario, de desilusión. Benbow adivina quién ha sido el culpable, sin embargo su cliente no quiere que se le nombre en el juicio por temor a ser inmediatemente asesinado por el verdadero responsable de los crímenes, un gángster taciturno sin el menor atisbo de escrúpulos que sigue delinquiendo tranquilamente en plena libertad. El acusado sostiene, inocentemente, que como no hay pruebas evidentes contra él, no lo condenarán.

Relativamente en la línea de mis lecturas de los últimos tiempos, por el fondo, no por el argumento, me ha parecido sobradamente interesante y creo que no tardaré mucho en leer algo más de Faulkner, probablemente Los rateros, que se llevó el Pulizter en el 62. Si alguien considera que hay alguno mejor (que no sea El ruido y la furia, claro) os agradecería que me lo dijerais, lo tendré en cuenta para mi lista navideña. Ahora que vienen las pseudovacaciones supongo que postearé con más frecuencia. Tener internet a tan pocos metros es una enorme tentación.

03 noviembre, 2007

FANTOMAS

Como adelantaba el domingo pasado (por el mero hecho de dar señales de vida, básicamente) el libro que voy a comentar esta vez es Fantomas.
Hace cosa de un año, mi padre descargó una peli viejísima (que le había flipado cuando la estrenaron en el cine siendo él un niño) sobre este personaje y vi un trocito para comprobar en qué estado estaba. Me hizo reir aquel coche que de pronto se transformaba en avión. No se me ocurre nada más cutre ahora mismo. Pero claro, en los sesenta las cosas eran diferentes.
La semana pasada me encontré con el libro. Una reedición relativamente nueva de Mondari. Y me lo llevé. Pensé que no estaría mal un poco de folletín (hacía mucho tiempo que no le dedicaba tiempo al género) y que además, a lo mejor a él le apetecía echarle un vistazo.
Como se podía prever, estilísticamente no es en absoluto brillante. Argumentalmente… tampoco, no nos vamos a engañar.
Pero es adictiva.

Fantomas es un psicópata y, por consiguiente, carece de escrúpulos. No recuerdo tampoco haber visto hasta ahora a ningún otro rufián de novela tan insensible. Lupin, por ejemplo, tenía su corazoncito. O Cheri-Bibi. ¡Ah, pero no Fantomas! Este tío puede ser un ladrón y un caballero o degollar salvajemente a una anciana sin miramiento alguno (sin ir más lejos, el final de la primera entrega es chunguísimo) A él se le pueden atribuir todos aquellos casos que aparentemente no tienen solución. Los policías razonables opinan que Fantomas es fruto de una oscura leyenda urbana. No así el inspector Juve y el periodista Fandor (en la novela que inicia la saga se explica de dónde sale este personaje y cuáles son sus motivaciones para creer en la existencia del famoso criminal al que sólo la imaginación del lector pone rostro) así que dirigen todos sus esfuerzos a capturarle. Sin grandes resultados, claro. Si atrapan a Fantomas se acaba la historia.

La colección consta de 32 novelas escritas por dos amigos: Marcel Allain y Pierre Souvestre*. Inicialmente se les encargó una serie de cinco novelas, pero su éxito fue tan rotundo que no tuvieron más remedio que continuar. Comenzaron en 1911. En 1913 ya las habían publicado todas. Habréis observado que el ritmo de trabajo fue impresionante. Al parecer uno escribía los capítulos pares y el otro los impares. A esa velocidad y con semejante método, no se puede exigir mucho cuidado en el estilo. Sin embargo, encontraron la fórmula para atraer al público y causaron gran sensación. He leído por ahí que incluso Apollinaire fundó la Sociedad de amigos de Fantomas. Para ir a mear y no echar gota, ¿verdad? (¡ay, por favor! ¡Qué soez, vulgar y chabacana!) ¡Se han pintado cuadros, se han rodado películas, se han hecho cómics! Cuánto debe el arte a este enigmático personaje de la noche parisina… O no. Pero lo cierto es que ha despertado el interés de sus lectores y que todavía lo sigue haciendo. Por algo será.


* En los años treinta, tras la muerte de Souvestre, Allain publicó ocho entregas más.

28 octubre, 2007

FANTOMAS



"No se le ve, se le intuye. ¡No se le oye, se lo presiente! "


(¡Adoro el folletín! La semana que viene os cuento...

Por cierto, el cuadro es de Juan Gris y se llama Fantomas (pipe et journal) No fué el único que le dedicó un poquito de su arte: también lo hicieron Magritte, Neruda y Cortázar. Como mínimo. Al parecer este personaje dió para mucho más de lo que yo pensaba... )

13 octubre, 2007

PARA TODOS LOS PÚBLICOS

Conocí la existencia de William S. Burroughs a través de El almuerzo desnudo, de Cronenberg, la adaptación al cine de una novela “inadaptable” del, ahora lo sé, legendario escritor americano. Pensé vagamente que tal vez estaría bien leer algún otro libro suyo, por ampliar horizontes.
Pero lo pensé sin mucho entusiasmo.
Entonces empezaron a pasar los días, las semanas y, luego, los meses. Y de pronto volvía a estar husmeando en una biblioteca, buscando algo que ni siquiera puedo recordar, en esas estanterías atiborradas de libros de todos los tamaños y contenidos.
Buscando la referencia supuesta de mi libro olvidado vi otro de color morado bastante pequeñito. Y ya no vi nada más. Me pareció tan curioso que destacara de una forma tan insólita entre sus vecinos que me abalancé sobre él como si de churrasco se tratara.
Era Yonqui.
Esta novela tiene un estilo formal mucho más convencional que el resto de la mayoría de su obra. Lo dice bien clarito la Wikipedia. También dice que Burroughs consideraba al lenguaje (a su estructura más bien) la principal causa de la alienación humana (como mínimo es curioso) y por eso a partir de los años sesenta comenzó a experimentar con él. De ahí El almuerzo desnudo (menciono esta otra vez, porque es la única que conozco)
En efecto, Yonqui está escrita como la más cotidiana de las novelas. Lo cual me ha resultado muy grato, he de decir. Una muestra de ello:

“Esta es la pregunta que se plantea con más frecuencia: ¿qué hace que alguien se convierta en drogadicto?
La respuesta es que, normalmente, nadie se propone convertirse en drogadicto. Nadie se despierta una mañana y decide serlo.
(…)Uno se hace adicto a los narcóticos porque carece de motivaciones fuertes que lo lleven en cualquier otra dirección. La droga llena un vacío. Yo empecé por pura curiosidad. Luego empecé a pincharme cada vez que me apetecía. Terminé colgado. La mayor parte de los drogadictos con los que he hablado tuvieron una experiencia semejante. No empezaron a consumir drogas por ninguna razón en concreto. Quien nunca haya sido adicto no puede hacerse la idea de lo que significa necesitar droga con la tremenda intensidad de quién está enganchado. Nadie decide convertirse en yonqui. Una mañana se levanta sintiéndose muy mal y se da cuenta de que lo es.
Jamás he lamentado mi experiencia con las drogas.
(…)He aprendido la ecuación de la droga. La droga no es, como el alcohol o la hierba, un medio para incrementar el disfrute de la vida. La droga no proporciona alegría ni bienestar. Es una manera de vivir”



Quizás este fragmento sea una de las partes más emblemáticas de la novela.
Sin duda es muy ilustrativo.
La novela no es una apología de las drogas (en América sí se lo tomaron un poco así en su día) sino que cuenta de forma muy inteligente y objetiva, a pesar de tener tintes autobiográficos, una experiencia “diferente” de forma que los que no la llevamos en nuestro “Haber” podamos acercarnos a ella con una mirada nueva. No he dicho benevolente. He dicho nueva. Que conste.

Así que ya está. Otra recomendación para el saco.

Nota para alérgicos a los libros y vagos en general: Este le está gustando hasta a mi hermano, que no leía ni a tiros…Animaos.

21 septiembre, 2007

EL GRAN CAMBIAZO

No sé si le debo este gusto exagerado mío por la lectura a mi madre, que me mandaba todos los días para cama media hora antes de la de dormir con un libro bajo el brazo, o a mi profesora Chelo, que todos los días, antes de empezar la espantosa clase de matemáticas, nos leía un capítulo de algún libro.
Uno de ellos fue Charlie y la fábrica de chocolate. El primero (y esto sí lo sé seguro) que me enganchó. Mientras duró su lectura los días parecían más largos: no llegaba el momento de saber qué más le pasaba a los chavales en aquel sitio tan increíble y fantástico. Yo estaba revolucionada, impaciente, queriendo saber más. Mi compañero Martín tenía el libro en casa, así que él se iba leyendo los capítulos por adelantado. Todos los días, durante la clase de mate, le daba la paliza para que me contara qué le pasaba a Charlie en el capítulo siguiente. Por supuesto él se negaba a contármelo durante un buen rato- ¡Malditos niños!- aunque siempre acababa revelándome alguna cosilla. Llegados a ese punto, típico, ya no quería saber más.
Es lo mismo que cuando alguien que conoces tiene la temporada siguiente de Lost y tú no. Te mueres por saber más, pero en el fondo no quieres enterarte por terceros.

Desde entonces me he pasado tardes enteras intentando volver a tener la misma sensación. Y lo he conseguido muchas veces.

Así que le debo una a Roald Dahl.

Me he leído muchos otros libros suyos, magnifícos todos. El último de ellos ha caído en mis manos esta semana. Se titula, evidentemente, El gran cambiazo y está integrado por cuatro cuentos para adultos.

A juzgar por la portada uno se espera tal vez algo más picante y gracioso. No es esto exactamente lo que luego se encuentra entre sus páginas, pero lo cierto es que lo que se encuentra no está nada mal. Son macabros, inquietantes y burlescos; esto los hace divertidos aunque no arranquen más que alguna sonrisa irónica.

Todos tienen en común un tema: el sexo. Su importancia. O la importancia que se le atribuye.
El primero, El visitante, cuenta la aventura de un tipo (un follarín) en pleno desierto del Sinaí, donde por alguna triquiñuela de su anfitrión se ve obligado a pasar la noche en un increíble palacio, habitado por dos cachondas, en medio de un Oasis.
El siguiente, El gran cambiazo, cuenta la historia de dos vecinos, atraídos ambos por la mujer del otro, que deciden intercambiarse una noche de sábado sin que ellas lo sospechen siquiera (Pobre par de tontainas. El final no tiene precio.)
El tercero, El último acto, cuenta la primera experiencia sexual de una viuda deprimida, y el último, Perra, trata de un científico que da con la fórmula, con el perfume, que hace que todo hombre que lo huela tenga la imperiosoa necesidad de tirarse a una tía salvajemente.

Roald Dahl era un escritor que se caracterizaba por su desbordante imaginación. Supongo que esto es lo que lo ha hecho tan especial. Desde luego las situaciones que se le han ocurrido no se le hubiesen ocurrido a cualquiera.
Es capaz de mantener el interés durante todos los relatos que, aún encima, casi siempre tienen un final inesperado. A veces, y esto me ha pasado sobre todo con otro de sus libros, Historias extraordinarias, el final no es lo mejor del cuento pero su forma de relatarlo hace que no sea más que un pequeño detalle sin importancia.
Supongo que queda un poco hortera decirlo, pero la verdad es que este fulano nació para contar historias. Atrapa con su forma de hacerlo.
Debemos alegrarnos mucho de que no se haya dedicado a otra cosa...

12 septiembre, 2007

UNA PANTERA EN EL SÓTANO

Cuando los egipcios hablaban de Israel se referían “al pueblo de Israel”.
Cuando los judíos hablaban de Israel, se referían a la Tierra Prometida.
Sólo con esto ya se podía adivinar que iba a haber movida.
La zona a la que los judíos se referían era, en época de los egipcios (Ramses II y toda la pesca) una zona de paso que no se sabía muy bien a quién pertenecía (egipcios, filisteos, sumerios, etc.) Hasta que un buen día, los hombres de las tribus que se denominaban a sí mismos Hijos de Israel, o sea, descendientes de Jacob (según el relato bíblico, su nombre fue cambiado por el de Israel, “el que pelea con Dios”) se rebelaron, consiguiendo conquistar así la ciudad de Jericó (que era la ciudad más importante de este conflictivo territorio) y las regiones que la rodeaban.
Con todo, los judíos no dejaban de ser una tribu que poco tenía que hacer contra los grandes imperios de afán conquistador. Así, estuvieron bajo el domino de Asiria, Babilonia, Persia, Macedonia, su heredero el Imperio Seléucida, Roma y Bizancio. No hace falta decir que, salvo los seléucidas, todos fueron echando poco a poco de allí a los judíos. Especialmente los romanos.
Los judíos no estaban muy contentos con los impuestos que estos les exigían ni con algunas imposiciones religiosas que pretendían introducir. Tras una primera revuelta, los judíos se salieron con la suya; pero sólo temporalmente. Hubo dos revueltas más y al final se les expulsó masivamente del territorio. Los romanos rebautizaron a la región como Palestina.
Después de Bizancio, esta tierra fue dominada por varios estados islámicos (exceptuando el periodo de las Cruzadas, cuando se estableció el Reino de Israel) y a continuación y durante cuatro siglos (hasta 1917) perteneció al Imperio Otomano.
Entre aquella emigración masiva causada por los romanos y el final de este último imperio, evidentemente, pasaron muchas cosas. De hecho, a finales del siglo XIX, los judíos volvían a ser mayoría en Jerusalén ¿Cómo fue posible? Pues porque los judíos no se quedaron de brazos cruzados todo ese tiempo. El exilio al que se vieron sometidos tras ser expulsados por los romanos se conoce como diáspora. Los judíos que la sufrieron anhelaban regresar a su tierra y así, a lo largo de los siglos, hubo diferentes oleadas migratorias hacia allí. Pero fue justo en el XIX cuando más se notó el retorno.
En la Europa de aquella época, el esplendor de los imperios tocaba su fin, y comenzaron a surgir con fuerza los nacionalismos. En ellos se apoyaron los sionistas, que defendían que los judíos eran un grupo nacional y no un grupo religioso, por lo tanto necesitaban establecer una patria propia. ¿Dónde? En la vieja Palestina, que aún pertenecía a los turcos. Estos, por otra parte, en un principio, no estaban muy disgustados con la entrada de judíos en su territorio; al fin y al cabo los judíos tenían pasta para comprar las tierras y ellos las vendían encantados porque no consideraban que aquel territorio valiese gran cosa. A los que no les hacía tanta ilusión era a los árabes que estaban allí asentados.
Para agravar la situación, en Europa surgieron un par de corrientes más: el antisemitismo (Los nacionalistas decían “Un pueblo, un Estado” ¿Y quienes no tenían un Estado? ¡Bingo!) y el fascismo.
Así que venga a emigrar a Palestina. Y los musulmanes venga a mosquearse.
En 1917 parecía que las cosas iban a empezar a ir bien para los judíos, por fin. El Ministro de Asuntos Exteriores británico promovió la idea de que se crease allí el ansiado Estado de Israel (tenía sus razones interesadas, que nadie se piense que lo hizo por altruismo) Una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones estableció allí el Mandato Británico.
Los británicos se metieron en un follón: Por un lado durante la Guerra habían prometido apoyo a los judíos y por otro prometieron a los árabes que obtendrían la independencia para crear un Estado árabe unido.
Así que los judíos estaban algo mosqueados con los ingleses.
Y los árabes también, of course.
Los árabes atacaron a las comunidades judías. Los judíos atacaron a las comunidades árabes.
Después llegó la Segunda Guerra Mundial y los británicos dieron un poquito más la espalda a los judíos abandonando la promesa de favorecer la formación del Estado Judío y dificultando la inmigración a Palestina (incluso mandaban de vuelta a Europa a muchos judíos que intentaban huir.) Su Mandato expiraría en 1948. En Palestina no resultaban nada simpáticos.

Este es justo el ambiente en el que se desarrolla la historia que cuenta Amos Oz en Una Pantera en el sótano.

Profi es un niño de unos doce años que lucha por la creación del Estado Judío en 1947. Los británicos son el enemigo, pero él accede a darle clases de hebreo a un militar a cambio de clases de inglés. Profi lo hace en realidad no sólo para aprender el idioma, sino para ayudar a la resistencia (el grupo LOM, constituido por él y un par de amiguetes) sonsacándole al británico información privilegiada. Pero su comando no lo entiende y le acusan de traidor. Profi está hecho un lío. Sobre todo porque siente simpatía por el britanico. A partir de ahí, en todos sus actos ve cierta traición hacia alguno de sus seres queridos. Hacia el británico. Hacia la hermana mayor de uno de los otros niños. Hacia sus propios padres. Y empieza a cuestionarse cosas que nunca antes se había planteado.

No sé si hace falta que diga, con lo blandurrona que estoy últimamente, que este libro también me ha gustado mucho. Me lo leí juntando horas de un día (no llega a las doscientas páginas). Su prosa está muy bien construida, sin adornos superfluos, como a mí me gusta. Está contada con ternura, pero no de forma ñoña.
Y, lo mejor de todo, es un libro que da que pensar...

NOTA: Todo ese rollo histórico lo he soltado por si alguien le pasaba lo que a mí, o sea, por si estaba muy verde en el tema.
Cada vez que veía el telediario (y esto es desde hace mucho tiempo) ponía cara de haberle dado un mordisco a un limón mientras me preguntaba "¿Pero de dónde sale todo esto?" Así que este libro me ha dado el "empujoncito" para enterarme del todo (sólo tenía nociones confusas de la historia a partir de los setenta, que no era mucho...)
En fin, ahí queda.

10 septiembre, 2007

¡Y QUE NO SE ME SUBA A LA CABEZA!

Pues vaya.
No sabía que fuera tan complicado esto de escribir un discursito (a partir de ahora pondré todos mis esfuerzos en luchar por la paz en el mundo, y por salvar a las ballenas blabla). Pero lo és. Así que simplemente voy a darle las gracias a Francisco Machuca por concederme el Thinking Blogger Award.
Porque, agarraos al asiento, eso es justo lo que ha hecho.



Ayer por la noche, cuando me enteré, iba de camino a mi cama transportada en una nubecilla de sueño intentando que mi conversación telefónica le pareciera coherente a mi interlocutor, así que no asimilé muy bien de qué iba esto del premio. Soy una chica, puedo hacer más de una cosa a la vez, cierto. Pero tengo el pelo castaño claro y con el sol (y los miserables rayos que se filtran por la ventana son suficientes para ello) me salen unos horribles mechones rubios. No se le pueden pedir peras al olmo... es mi sino.

Total, que ahora ya sé de que va la historia.
El Thinking Blogger Award (esto de que esté en inglés me encanta, me siento una Philip Roth de la vida) es un premio que se conceden los bloggers entre sí. Se premian aquellos blogs que le dan a uno algo en qué pensar. Y cada premiado debe conceder, a su vez, el premio a otros cinco blogs. Así que ahí van los míos:

Uno para La mar de libros, porque me ha encantado su idea de poner pasajes de autores. Y porque me han gustado mucho los pasajes que ha elegido.
http://mardelibros.blogspot.com/

Otro para La fraternidad de Babel, porque escribe con agilidad, como a mí me gusta, y porque algunas veces habla de cosas que no conozco, picando mi curiosidad.
http://www.fraternidadbabel.blogspot.com/

Uno más para mi vecino el informático, Silencio, por favor, porque es el blog de cine que más me ha gustado hasta ahora, porque me parece un blog muy prometedor y porque espero que algún día haga una crítica muy positiva sobre alguna peli que yo odie para poder rajar a gusto (esto a lo mejor sólo lo comprenden los pobres incautos que me conocen y, a pesar de ello, siguen teniendo trato conmigo; los que comprenden que para mí es importante tener a alguién con quién discutir simplemente por el mero placer de hacerlo y porque siempre se aprende algo)
http://silencio-porfavor.blogspot.com/

Otro para Huesos de sepia, porque es capaz de despertar, a veces, mi admiración por su forma de escribir (¡y tan joven! ---> Comentario de abuela)
http://huesosdesepia.blogspot.com/

Y at last, but not least Perdida entre libros, por ponerme los dientes largos con sus lecturas; por descubrirme a autores que tardaría mucho teimpo en descubrir por mi misma.
http://perdidaentrelibros.blogspot.com/

Listo.

Un agradecimiento más, esta vez a Diego, Tania, Miguel y Jorge por no actualizar nunca, facilitándome así la elección de los blogs que he premiado (esta frase está llena de resquemor, por si no os habéis dado cuenta)

Saludos para todos los que me leeis y un beso para cada uno (qué demonios... hoy me siento generosa)

05 septiembre, 2007

DINERO. MARTIN AMIS


John Self está forrado. Ha rodado varios spots para la tele y ahora va a dar el gran salto: el cine. Nueva York. Por eso se pasa la vida viajando entre Londres, donde vive, y la gran ciudad americana, donde se están haciendo todos los preparativos para ese nuevo reto. La tarea no es sencilla, sobretodo cuando los actores son estrellas caprichosas como los suyos; cuando el guión es el problema… es un gran problema.
Pero no el único.

John Self es un tipo muy peculiar. Gana dinero con mucha facilidad, y lo gasta con la misma… sus principales inversiones son el alcohol, la comida basura y la pornografía. Este estilo de vida le trae algunas complicaciones: su novia sólo lo quiere por su dinero (lo cual no intenta disimular, o hay cheque o no hay polvo, ni a él parece importarle demasiado. Cree que el dinero es el motor del mundo. Y lo es, al menos del suyo), peleas nocturnas, llamadas telefónicas amenazantes, etc. Como para no dormir de noche…. (cosa que no hace, porque se las pasa en bares y burdeles, con sus consecuentes anécdotas)
Y mientras, el dinero fluye como la vida misma.

Me ha gustado mucho esta novela. De acuerdo que tal vez mi sinopsis no sea la mejor. Pero os la recomiendo. ¿Por qué? Porque es una novela muy divertida. A carcajadas me reía yo solita tirada en el sofá. Especialmente en la segunda mitad. Hacía tiempo que no dedicaba mi tiempo de lectura a novelas tan divertidas como este último año.

Para conseguir que simpaticemos con este personaje tan infame y vil (el tío es un chungo, no hay por donde cogerlo) Martin Amis (que además de escritor, se convierte también en personaje de su novela) pone el relato en boca del propio John Self, en un monólogo en el que invoca al lector, pidiendo nuestra complicidad o, más bien, nuestra piedad. Porque en realidad, aunque lo haga como lo hace, con parodias de sí mismo, con cinismo, con burla despreocupada, lo que cuenta John Self es una tragedia. Bueno, puntualicemos esto. Es, más bien, lo que podríamos llamar una tragedia. No sé si dejo claro el matiz. Para el protagonista es una tragedia, para el lector no. Imagino que esto se debe a que hay mucha distancia entre su vida y una vida normal, por lo tanto, el grado de identificación es…nulo. O muy pequeño. Espero.

Al Martin Amis este no lo conocía de antes tampoco (¡cuántos descubrimientos en tan poco tiempo…!) Me lo recomendó la dueña de la librería donde lo compré. Al parecer es un tío muy polémico y hay por Internet algunas entrevistas que se le han hecho últimamente. Desde luego, parece muy mordaz. Nació en 1949 y lleva publicados un buen montoncito de libros desde 1973. Casi todos están en Anagrama (lo digo por si a alguien se le ocurre echarle un vistazo)

Y nada más, de momento, como siempre. Me tengo que ir a estudiar (noquiero-noquiero-noquiero)

25 agosto, 2007

DÍAS MEMORABLES

Acuciada por la, llamémosla fiebre, que este verano han sufrido varios de mis bloggers habituales, me he leído Días memorables, de Michael Cunnigham. Hace un par de meses ni siquiera me sonaba su nombre ¡Qué cosas!
La cuestión es que lo mencionaron en algún lugar y me llamó bastante la atención (no sé muy bien porqué), así que me dije que si algún día tenía la oportunidad, lo leería. La oportunidad llegó mucho antes de lo que había imaginado: unos días después de todo aquello entré en una librería en busca de un par de regalitos y fué practicamente lo primero que vi. Estaba en uno de esos chismes giratorios en los que ponen las ediciones de bolsillo. Entré por la puerta, giré a la derecha y mis ojos se posaron casualmente en él. Quise interpretarlo como una señal divina ¡Qué demonios!
Aún tardé algún tiempo en ponerle la zarpa encima, porque pretendía reservarlo para el invierno pero como me lo "encontraba" en tantos blogs, no pude esperar más...

La novela está integrada por tres relatos unidos por la poesía de Walt Whitman (un fulano americano del siglo XVIII, para los que estéis a mi precario nivel cultural), Nueva York, deformidades infantiles y un cuenco de porcelana blanca con inscripciones indescifrables. Sí, cosas muy dispares para tener en común, yo pienso lo mismo.

El primero de los relatos me gustó al principio pero unas páginas más adelante empezó a molestarme un poco el hecho de estar salpicado con ese rollo típico de los autores americanos: meter tópicos que resultan un tanto artificiales (no me canso de decirlo pero es que me parece el lastre de gente como Auster. Lo que marca la diferencia entre que "me encante" y que piense que "está bien")
O sea, se dejó leer pero sin pena ni gloria.

El segundo, lo reconozco, me enganchó. No me entusiasmó el final, es verdad, pero antes de llegar a él no quería dejar de leerlo. Ni que se acabara. Quería estar tirada en mi sofá durante horas y horas, en ese estado de abstracción que tanto echaba de menos cuando tenía que estrar haciendo otra cosa. Que por cada hoja que leyera, al libro le nacieran tres más. Esto no significa tampoco que sea lo mejor que he leído en mucho tiempo. Simplemente fue un soplo de aire fresco después de la densidad de Virginia Wolf (...) y de alguna otra cosilla en la que no pude meterme con tanta facilidad.

Porque gustar, lo que se dice gustar, el que me gustó fue el último. Algo insospechable ya que es un cuento de ciencia-ficción. Bueno, VALE, ciencia-ficción light. Pero me ha parecido estupendo... Supongo que en gran parte justo por ser light. No me llevo demasiado bien con la ciencia-ficción. Suele requerir grandes dosis de imaginación y ahí voy escasa.

Paso de contar de qué va cada uno, que me da mucha pereza...
Averiguarlo ya depende de vosotros... si es que os apetece...

21 agosto, 2007

HOLA Y ADIÓS


Dejo aquí un texto de uno de las grandes figuras literarias del siglo XX: Ray Bradbury.

Es un cuento que encontré por aquí y que me ha gustado mucho, tanto por su estilo (que, viniendo de quién viene, no tiene nada de sorprendente) como por el tema que trata: la vida eterna...

Es bastante largo, así que dejo el link.



Una pequeña aclaración: Que conste que esto no es vagancia; es que tengo menos tiempo para leer y además estoy con libros de esos que necesitan un poco de moral y voluntad para ser leídos y reflexión y tiempo para ser comentados. Me estresa tener que escribir sobre ellos...


¡Espero que os guste el cuento!

31 julio, 2007

UNAS PISTAS, NADA MÁS

Se acaba julio. Qué pena, ¿no? Qué corto...

Bien, toca hacer el último post del mes.
(Acabo de darme cuenta: me encanta esa frase, siginfica que he hecho otros antes...)

En fin, al meollo de la cuestión: ya que me lo puedo permitir, voy a volver a la vieja costumbre. O sea, a hablar de varias cosas:




Cosa I:
Me he lanzado a la piscina, y me he leído directamente el de Vian. A lo loco, que para eso soy joven. Es absolutamente genial: se lee rapidísimo (porque es corto y porque engancha), es diferente a los anteriores (que a su vez eran diferentes entre sí, de lo que se deduce que este Vian era un tipo creativo, polifacético y muchos otros adjetivos guays que no voy a decir porque tampoco es cuestión de ir por ahí alabando sin mesura) y aún por encima es muy gracioso (me he partido de risa con algunos detalles, especialmente en los primeros capítulos) ¿Qué más se puede pedir para pasar un buen rato? ¡Ah, si! ¡Camarerooooo!
En serio, si aún queda alguien sobre el planeta que no haya leído a este fulano, que lo haga ahora o se vaya a buscar marcianos con Spielberg...
El título, por cierto: Con las mujeres no hay manera.

Cosa II:
Mr. Vértigo, mi cuarto escarceo con Paul Auster (a parte de los que había comentado, me leí después El país de las últimas cosas) Lo he leído a trozos, no a capítulos, así que probablemente tenga una visión deformada de él: me ha parecido que renqueaba un poco, bastantes altibajos argumentales. De todos modos, esta bien. Sin ser una maravilla, claro. Desde luego, quien disfrute con Auster sabrá apreciarlo. Pero, para mí, sigue ganando El libro de las ilusiones.

Cosa III:
Otro cuento-novela de Stefan Zweig: Carta de una desoconocida. Vi la peli (Carta de una desconocida, Max Olphüs, 1948) el año pasado y me me pareció interesante, notable. Aunque la adaptación es buena, el libro es mejor. Claro, para algo es una carta. Me parece muy admirable y digno de apreciar el mérito que tiene escribir una historia de amor como esta sin caer en la cursilería. Un aplauso, por favor.

y

Cosa IV:
Estoy en ella. Se trata de un libro de relatos de Henry James y, de momento, el que más me ha gustado es La edad madura, que trata de un anciano escritor moribundo que encuentra a un fiel admirador en sus últimas semanas y, con él, una esperanza. Está increiblemente escrito. ¡Que manera tenía de componer las frases este hombre! ¡yo también quiero! No había leído nada de H.James antes, pero tenía ganas...


Se acabaron las cosas. Ya no tengo nada más que decir. Además hace sol, así que... Bueno, ya sabéis: Colorín, colorado, este post se ha acabado.

22 julio, 2007

FACTOTUM

¡Ay, Bukowski, Bukowski!

Había oído maravillas de él.
“Si te gusta Miller, te gustará Bukowsky” “¡Oh! ¿En serio? Me encanta Miller”
Y ahí va, la ingenua de Anikaa, perdiendo los pantalones, corriendo a comprarse Factotum.

No hace falta ser un lince para colegir que estoy un poco decepcionada. No digo que no esté bien, pero me ha parecido que le falta algo… Creo que es un pelín aburrido. Una cosa es que la temática (ese hombre desencantado al que todo le importa un carajo: ni trabajo, ni familia ni nada que tenga que ver con lo socialmente estipulado) sea la de los Trópicos y otra, es que se mezclen churras con meninas. Tenía entendido que Bukowski era muy ácido y he visto que tampoco es para tanto. Aún encima esta novela se hace monótona, no hay sorpresas, no hay giros...

No he podido evitar partirme de risa interiormente al leer comentarios de gente que dice que está lleno de lucidez y que este libro les ha abierto los ojos. Todas las opiniones son respetables, cierto es, pero estas me han chirrado. A estas alturas sólo hay que tirar de manual para poder decir algo así y me suena a pseudointelectualismo chungo (sí, lo sé, soy una bruja. A veces la pequeña dictadora intolerante que llevo dentro me sale por los dedos, no puedo evitarlo. Debería ser más cuidadosa para tener más amiguitos)

Soy conciente de que Bukowski levanta pasiones y de que el 99.9% no estará de acuerdo con lo que estoy diciendo, pero yo lo veo claro: Bukowski imita a Miller y aunque no lo hace mal del todo, le falta la calidad literaria que Miller rezuma en todas sus páginas.

Hubo unas frases de la novela, con todo, que me parecieron muy buenas:

“Vagabundos e indolentes, todos los que allí trabajábamos sabíamos que teníamos los días contados. Así que andábamos relajados y aguardábamos a que descubriesen lo ineptos que éramos. Mientras tanto, vivíamos integrados en tal sistema, les dábamos unas pocas horas de honestidad y bebíamos juntos por las noches.”

A lo mejor lo que está pasando (hay que analizar todas las posibilidades) es que estoy dándome un atracón de este tipo de literatura y los excesos ya se sabe a dónde llevan. Averiguaré si se trata de esto en nada, porque me he comprado otro de Vian. Si Vian me cansa, entonces está claro que me pasado de la raya con el pobrecito Bukowski. Ya veremos. De todos modos, puede que algún día, después de muchos libros, me anime a intentarlo de nuevo. Quizás lo he juzgado precipitadamente.

P.D (en un susurro): o no...

16 julio, 2007

MÚSICA PARA CAMALEONES


Tenía entendido que, despues de pasarse seis años dedicado a su gran éxito literario, Truman Capote había bajado el nivel. Yo no he leído A sangre fría. Lo confieso. Era uno de aquellos libros de mis eternas "listas de pendientes" pero después de que hicieran la peli (que tampoco he visto) se me quitó la ilusión. Soy consciente de la enorme chorrada que esto constituye. Pero era así...
Lo que sí leí, hace algunos años, es El arpa de hierba. No me entusiasmó, no me llamó la atención especialmente y tengo un recuerdo bastante difuso de ella. Dudo bastante que sea culpa de la novela y lo atribuyo a que quizás no la leí con demasiado interés. La historia trataba de una huelga (de la que no recuerdo la causa) que llevaba a un chaval y a su cándida tía a pasar varios días en la típica “casa del árbol”. A partir de esta pequeña revolución, Capote cuenta la reacción del resto del pueblo, la vida de los vecinos que se reunían bajo aquel árbol que antes había sido tan solitario. O algo así.
Era una prosa tan poética…
La semana pasada eché un vistazo a las publicaciones de bolsillo de Anagrama. De vez en cuando, los libros de esa colección (que me parece muy, muy buena) son un capricho que me puedo permitir. Aunque me costó decidirme, finalmente lo hice por Música para camaleones. Es una recopilación de relatos, una novela corta llamada Ataúdes tallados a mano que, según dicen, rivaliza con la mismísima A sangre fría (sinceramente, espero que A Sangre fría esté mejor, no porque esta otra no me haya gustado sino porque no me parece que sea para tanto) y una tercera parte, “Conversaciones y relatos” que es, para mi gusto y sin lugar a dudas, lo mejor del libro. Si un fulano que está “de capa caída” es capaz de escribir tan genialmente, de hacer unos “documentales” como estos, entonces creo que definitivamente no voy a poder leer su obra maestra. No sin que me dé algo mientras leo.
Hay dos historias, concretamente, que me parecen excepcionales; la primera, Un día de trabajo, en la que el autor acompaña a su asistenta a los otros domicilios donde limpia: es un paseito por algunos personajes neoyorquinos. El otro se llama Y luego ocurrió todo. En este, Capote acude a la cárcel para entrevistar a Robert Beausoil, un tío relacionado con la familia Manson, los bestias que se cargaron a la mujer de Polanski y a sus amigos. Supongo que el interés de esta historia radica para mí en el hecho de que sabía muy poco sobre el tema y me ha alentado a que me informe. Sobre esto y también sobre los asesinatos de Robert y John Kennedy (aunque este tema lo toca muy de refilón)
Ahora bien, en todos ellos, la prosa está tan maravillosamente dirigida, la narración es tan clara y tan ordenada, que uno no puede hacer otra cosa que entender porqué Capote está considerado uno de los mejores escritores americanos del siglo XX.
Decían de él que era un “amigo de doble filo” precisamente por su capacidad de observar lo que le rodeaba y escribirlo después sin adornos amables ni rastro de piedad hacia los protagonistas, por muy famosos o muy amigos que fueran.
Capote era un genio, no un santo...

05 julio, 2007

CUENTO PARA NIÑOS


Curioseando por "El sentido de la vida" (blog relativamente famoso y especialmente divertido) me he encontrado con un post bastante reciente en el que habla de Chuck Palahniuk. En realidad no es que hable demasiado de él, sino que deja allí un relato suyo para que los lectores juzguemos por nosotros mismos. Yo hago lo mismo. No he podido resistirme. ¡Es que me dejó impresionada! Lo leí ayer por la noche y ya se me ha pasado un poco la sensación que me acompañó durante y después de su lectura, pero aun así, ahora que vuelo a pensar en él, mi estómago se encoge un poquito. Es tan... ¿sobrecogedor?Tengo dudas sobre si esa es la palabra. Tenéis que perdonarme. Me ha dejado sin ellas.

TRIPAS

Tomen aire.
Tomen tanto aire como puedan. Esta historia debería durar el tiempo que logren retener el aliento, y después un poco más. Así que escuchen tan rápido como les sea posible.
Cuando tenía trece años, un amigo mío escuchó hablar del “pegging”. Esto es cuando a un tipo le meten un pito por el culo. Si se estimula la próstata lo suficientemente fuerte, el rumor dice que se logran explosivos orgasmos sin manos. A esa edad, este amigo es un pequeño maníaco sexual. Siempre está buscando una manera mejor de estar al palo. Se va a comprar una zanahoria y un poco de jalea para llevar a cabo una pequeña investigación personal. Después se imagina cómo se va a ver la situación en la caja del supermercado, la zanahoria solitaria y la jalea moviéndose sobre la cinta de goma. Todos los empleados en fila, observando. Todos viendo la gran noche que ha planeado.
Entonces mi amigo compra leche y huevos y azúcar y una zanahoria, todos los ingredientes para una tarta de zanahorias. Y vaselina.
Como si se fuera a casa a meterse una tarta de zanahorias por el culo.
En casa, talla la zanahoria hasta convertirla en una contundente herramienta. La unta con grasa y se la mete en el culo. Entonces, nada. Ningún orgasmo. Nada pasa, salvo que duele.
Entonces la madre del chico grita que es hora de la cena. Le dice que baje inmediatamente.
El se saca la zanahoria y entierra esa cosa resbaladiza y mugrienta entre la ropa sucia debajo de su cama.
Después de la cena va a buscar la zanahoria, pero ya no está allí. Mientras cenaba, su madre juntó toda la ropa sucia para lavarla. De ninguna manera podía encontrar la zanahoria, cuidadosamente tallada con un cuchillo de su cocina, todavía brillante de lubricante y apestosa.
Mi amigo espera meses bajo una nube oscura, esperando que sus padres lo confronten. Y nunca lo hacen. Nunca. Incluso ahora, que ha crecido, esa zanahoria invisible cuelga sobre cada cena de Navidad, cada fiesta de cumpleaños. Cada búsqueda de huevos de Pascua con sus hijos, los nietos de sus padres, esa zanahoria fantasma se cierne sobre ellos. Ese algo demasiado espantoso para ser nombrado.
Los franceses tienen una frase: “ingenio de escalera”. En francés, esprit de l’escalier. Se refiere a ese momento en que uno encuentra la respuesta, pero es demasiado tarde. Digamos que usted está en una fiesta y alguien lo insulta. Bajo presión, con todos mirando, usted dice algo tonto. Pero cuando se va de la fiesta, cuando baja la escalera, entonces, la magia. A usted se le ocurre la frase perfecta que debería haber dicho. La perfecta réplica humillante. Ese es el espíritu de la escalera.
El problema es que los franceses no tienen una definición para las cosas estúpidas que uno realmente dice cuando está bajo presión. Esas cosas estúpidas y desesperadas que uno en verdad piensa o hace.
Algunas bajezas no tienen nombre. De algunas bajezas ni siquiera se puede hablar.
Mirando atrás, muchos psiquiatras expertos en jóvenes y psicopedagogos ahora dicen que el último pico en la ola de suicidios adolescentes era de chicos que trataban de asfixiarse mientras se masturbaban. Sus padres los encontraban, una toalla alrededor del cuello, atada al ropero de la habitación, el chico muerto. Esperma por todas partes. Por supuesto, los padres limpiaban todo. Le ponían pantalones al chico. Hacían que se viera... mejor. Intencional, al menos. Un típico triste suicidio adolescente.
Otro amigo mío, un chico de la escuela con su hermano mayor en la Marina, contaba que los tipos en Medio Oriente se masturban distinto a como lo hacemos nosotros. Su hermano estaba estacionado en un país de camellos donde los mercados públicos venden lo que podrían ser elegantes cortapapeles. Cada herramienta es una delgada vara de plata lustrada o latón, quizá tan larga como una mano, con una gran punta, a veces una gran bola de metal o el tipo de mango refinado que se puede encontrar en una espada. Este hermano en la Marina decía que los árabes se ponen al palo y después se insertan esta vara de metal dentro de todo el largo de su erección. Y se masturban con la vara adentro, y eso hace que masturbarse sea mucho mejor. Más intenso.
Es el tipo de hermano mayor que viaja por el mundo y manda a casa dichos franceses, dichos rusos, útiles sugerencias para masturbarse. Después de esto, un día el hermano menor falta a la escuela. Esa noche llama para pedirme que le lleve los deberes de las próximas semanas. Porque está en el hospital.
Tiene que compartir la habitación con viejos que se atienden por sus tripas. Dice que todos tienen que compartir la misma televisión. Su única privacidad es una cortina. Sus padres no lo visitan. Por teléfono, dice que sus padres ahora mismo podrían matar al hermano mayor que está en la Marina.
También dice que el día anterior estaba un poco drogado. En casa, en su habitación, estaba tirado en la cama, con una vela encendida y hojeando revistas porno, preparado para masturbarse. Todo esto después de escuchar la historia del hermano en la Marina. Esa referencia útil acerca de cómo se masturban los árabes. El chico mira alrededor para encontrar algo que podría ayudarlo. Un bolígrafo es demasiado grande. Un lápiz, demasiado grande y duro. Pero cuando la punta de la vela gotea, se logra una delgada y suave arista de cera. La frota y la moldea entre las palmas de sus manos. Larga y suave y delgada.
Drogado y caliente, se la introduce dentro, más y más profundo en la uretra. Con un gran resto de cera todavía asomándose, se pone a trabajar.
Aun ahora, dice que los árabes son muy astutos. Que reinventaron por completo la masturbación. Acostado en la cama, la cosa se pone tan buena que el chico no puede controlar el camino de la cera. Está a punto de lograrlo cuando la cera ya no se asoma fuera de su erección.
La delgada vara de cera se ha quedado dentro. Por completo. Tan adentro que no puede sentir su presencia en la uretra.
Desde abajo, su madre grita que es hora de la cena. Dice que tiene que bajar de inmediato. El chico de la cera y el chico de la zanahoria son personas diferentes, pero tienen vidas muy parecidas.
Después de la cena, al chico le empiezan a doler las tripas. Es cera, así que se imagina que se derretirá adentro y la meará. Ahora le duele la espalda. Los riñones. No puede pararse derecho.
El chico está hablando por teléfono desde su cama de hospital, y de fondo se pueden escuchar campanadas y gente gritando. Programas de juegos en televisión.
Las radiografías muestran la verdad, algo largo y delgado, doblado dentro de su vejiga. Esta larga y delgada V dentro suyo está almacenando todos los minerales de su orina. Se está poniendo más grande y dura, cubierta con cristales de calcio, golpea y desgarra las suaves paredes de su vejiga, obturando la salida de su orina. Sus riñones están trabados. Lo poco que gotea de su pene está rojo de sangre.
El chico y sus padres, toda la familia mirando las radiografías con el médico y las enfermeras parados allí, la gran V de cera brillando para que todos la vean: tiene que decir la verdad. La forma en que se masturban los árabes. Lo que le escribió su hermano en la Marina. En el teléfono, ahora, se pone a llorar.
Pagaron la operación de vejiga con el dinero ahorrado para la universidad. Un error estúpido, y ahora jamás será abogado. Meterse cosas adentro. Meterse dentro de cosas. Una vela en la pija o la cabeza en una horca, sabíamos que serían problemas grandes.
A lo que me metió en problemas a mí lo llamo “Bucear por perlas”. Esto significaba masturbarse bajo el agua, sentado en el fondo de la profunda piscina de mis padres. Respiraba hondo, con una patada me iba al fondo y me deshacía de mis shorts. Me quedaba sentado en el fondo dos, tres, cuatro minutos.
Sólo por masturbarme tenía una gran capacidad pulmonar. Si hubiera tenido una casa para mí solo, lo habría hecho durante tardes enteras.
Cuando finalmente terminaba de bombear, el esperma colgaba sobre mí en grandes gordos globos lechosos.
Después había más buceo, para recolectarla y limpiar cada resto con una toalla. Por eso se llamaba “bucear por perlas”. Aun con el cloro, me preocupaba mi hermana. O, por Dios, mi madre.
Ese solía ser mi mayor miedo en el mundo: que mi hermana adolescente virgen pensara que estaba engordando y diera a luz a un bebé de dos cabezas retardado. Las dos cabezas me mirarían a mí. A mí, el padre y el tío. Pero al final, lo que te preocupa nunca es lo que te atrapa.
La mejor parte de bucear por perlas era el tubo para el filtro de la pileta y la bomba de circulación. La mejor parte era desnudarse y sentarse allí.
Como dicen los franceses, ¿a quién no le gusta que le chupen el culo? De todos modos, en un minuto se pasa de ser un chico masturbándose a un chico que nunca será abogado.
En un minuto estoy acomodado en el fondo de la piscina, y el cielo ondula, celeste, através de un metro y medio de agua sobre mi cabeza. El mundo está silencioso salvo por el latido del corazón en mis oídos. Los shorts amarillos están alrededor de mi cuello por seguridad, por si aparece un amigo, un vecino o cualquiera preguntando por qué falté al entrenamiento de fútbol. Siento la continua chupada del tubo de la pileta, y estoy meneando mi culo blanco y flaco sobre esa sensación. Tengo aire suficiente y la pija en la mano. Mis padres se fueron a trabajar y mi hermana tiene clase de ballet. Se supone que no habrá nadie en casa durante horas.
Mi mano me lleva casi al punto de acabar, y paro. Nado hacia la superficie para tomar aire. Vuelvo a bajar y me siento en el fondo. Hago esto una y otra vez.
Debe ser por esto que las chicas quieren sentarse sobre tu cara. La succión es como una descarga que nunca se detiene. Con la pija dura, mientras me chupan el culo, no necesito aire. El corazón late en los oídos, me quedo abajo hasta que brillantes estrellas de luz se deslizan alrededor de mis ojos. Mis piernas estiradas, la parte de atrás de las rodillas rozando fuerte el fondo de concreto. Los dedos de los pies se vuelven azules, los dedos de los pies y las manos arrugados por estar tanto tiempo en el agua.
Y después dejo que suceda. Los grandes globos blancos se sueltan. Las perlas. Entonces necesito aire. Pero cuando intento dar una patada para elevarme, no puedo. No puedo sacar los pies. Mi culo está atrapado.
Los paramédicos de emergencias dirán que cada año cerca de 150 personas se quedan atascadas de este modo, chupadas por la bomba de circulación. Queda atrapado el pelo largo, o el culo, y se ahoga. Cada año, cantidad de gente se ahoga. La mayoría en Florida.
Sólo que la gente no habla del tema. Ni siquiera los franceses hablan acerca de todo. Con una rodilla arriba y un pie debajo de mi cuerpo, logro medio incorporarme cuando siento el tirón en mi culo. Con el pie pateo el fondo. Me estoy liberando pero al no tocar el concreto tampoco llego al aire. Todavía pateando bajo el agua, revoleando los brazos, estoy a medio camino de la superficie pero no llego más arriba. Los latidos en mi cabeza son fuertes y rápidos.
Con chispas de luz brillante cruzando ante mis ojos me doy vuelta para mirar... pero no tiene sentido. Esta soga gruesa, una especie de serpiente azul blancuzca trenzada con venas, ha salido del desagüe y está agarrada a mi culo. Algunas de las venas gotean rojo, sangre roja que parece negra bajo el agua y se desprende de pequeños rasguños en la pálida piel de la serpiente. La sangre se disemina, desaparece en el agua, y bajo la piel delgada azul blancuzca de la serpiente se pueden ver restos de una comida a medio digerir.
Esa es la única forma en que tiene sentido. Algún horrible monstruo marino, una serpiente del mar, algo que nunca vio la luz del día, se ha estado escondido en el oscuro fondo del desagüe de la pileta, y quiere comerme.
Así que la pateo, pateo su piel resbalosa y gomosa y llena de venas, pero cada vez sale más del desagüe. Ahora quizá sea tan larga como mi pierna, pero aún me retiene el culo. Con otra patada estoy a unos dos centímetros de lograr tomar aire. Todavía sintiendo que la serpiente tira de mi culo, estoy a un centímetro de escapar.
Dentro de la serpiente se pueden ver granos de maíz y maníes. Se puede ver una brillante bola anaranjada. Es la vitamina para caballos que mi padre me hace tomar para que gane peso. Para que consiga una beca gracias al fútbol. Con hierro extra y ácidos grasos omega tres. Ver esa pastilla me salva la vida.
No es una serpiente. Es mi largo intestino, mi colon, arrancado de mi cuerpo. Lo que los doctores llaman prolapso. Mis tripas chupadas por el desagüe.
Los paramédicos dirán que una bomba de agua de piscina larga 360 litros de agua por minuto. Eso son unos 200 kilos de presión. El gran problema es que por dentro estamos interconectados. Nuestro culo es sólo la parte final de nuestra boca. Si me suelto, la bomba sigue trabajando, desenredando mis entrañas hasta llegar a mi boca. Imaginen cagar 200 kilos de mierda y podrán apreciar cómo eso puede destrozarte.
Lo que puedo decir es que las entrañas no sienten mucho dolor. No de la misma manera que duele la piel. Los doctores llaman materia fecal a lo que uno digiere. Más arriba es chyme, bolsones de una mugre delgada y corrediza decorada con maíz, maníes y arvejas.
Eso es la sopa de sangre y maíz, mierda y esperma y maníes que flota a mi alrededor. Aún con mis tripas saliendo del culo, conmigo sosteniendo lo que queda, aún entonces mi prioridad era volver a ponerme el short. Dios no permita que mis padres me vean la pija.
Una de mis manos está apretada en un puño alrededor de mi culo, la otra arranca el short amarillo del cuello. Pero ponérmelos es imposible.
Si quieren saber cómo se sienten los intestinos, compren uno de esos condones de piel de cabra. Saquen y desenrrollen uno. Llénenlo con mantequilla de maní, cúbranlo con lubricante y sosténganlo bajo el agua. Después traten de rasgarlo. Traten de abrirlo en dos. Es demasiado duro y gomoso. Es tan resbaladizo que no se puede sostener. Un condón de piel de cabra, eso es un intestino común.
Ven contra lo que estoy luchando.
Si me dejo ir por un segundo, me destripo.
Si nado hacia la superficie para buscar una bocanada de aire, me destripo.
Si no nado, me ahogo.
Es una decisión entre morir ya mismo o dentro de un minuto. Lo que mis padres encontrarán cuando vuelvan del trabajo es un gran feto desnudo, acurrucado sobre sí mismo. Flotando en el agua sucia de la piscina del patio. Sostenido por atrás por una gruesa cuerda de venas y tripas retorcidas. El opuesto de un adolescente que se ahorca cuando se masturba. Este es el bebé que trajeron del hospital trece años atrás. Este es el chico para el que deseaban una beca deportiva y un título universitario. El que los cuidaría cuando fueran viejos. Aquí está el que encarnaba todas sus esperanzas y sueños. Flotando, desnudo y muerto. Todo alrededor, grandes lechosas perlas de esperma desperdiciada.
Eso, o mis padres me encontrarán envuelto en una toalla ensangrentada, desmayado a medio camino entre la piscina y el teléfono de la cocina, mis desgarradas entrañas todavía colgando de la pierna de mis shorts amarillos. Algo de lo que ni los franceses hablarían.
Ese hermano mayor en la Marina nos enseñó otra buena frase. Rusa. Cuando nosotros decimos: “Necesito eso como necesito un agujero en la cabeza”, los rusos dicen: “Necesito eso como necesito un diente en el culo”. Mne eto nado kak zuby v zadnitse. Esas historias sobre cómo los animales capturados por una trampa se mastican su propia pierna; cualquier coyote puede decir que un par de mordiscos son mucho mejores que morir.
Mierda... aunque seas ruso, algún día podrías querer esos dientes. De otra manera, lo que tenés que hacer es retorcerte, dar vueltas. Enganchar un codo detrás de la rodilla y tirar de esa pierna hasta la cara. Morder tu propio culo. Uno se queda sin aire y mordería cualquier cosa con tal de volver a respirar.
No es algo que te gustaría contarle a una chica en la primera cita. No si querés besarla antes de ir a dormir. Si les cuento qué gusto tenía, nunca nunca volverían a comer calamares.
Es difícil decir qué les disgustó más a mis padres: cómo me metí en el problema o cómo me salvé. Después del hospital, mi madre dijo: “No sabías lo que hacías, amor. Estabas en shock”. Y aprendió a cocinar huevos pasados por agua.
Toda esa gente asqueada o que me tiene lástima... la necesito como necesito dientes en el culo.
Hoy en día, la gente me dice que soy demasiado delgado. En las cenas, la gente se queda silenciosa o se enoja cuando no como la carne asada que prepararon. La carne asada me mata. El jamón cocido. Todo lo que se queda en mis entrañas durante más de un par de horas sale siendo todavía comida. Chauchas o atún en lata, me levanto y me los encuentro allí en el inodoro.
Después de sufrir una disección radical de los intestinos, la carne no se digiere muy bien. La mayoría de la gente tiene un metro y medio de intestino grueso. Yo tengo la suerte de conservar mis quince centímetros. Así que nunca obtuve una beca deportiva, ni un título. Mis dos amigos, el chico de la cera y el de la zanahoria, crecieron, se pusieron grandotes, pero yo nunca llegué a pesar un kilo más de lo que pesaba cuando tenía trece años. Otro gran problema es que mis padres pagaron un montón de dinero por esa piscina. Al final mi padre le dijo al tipo de la piscina que fue el perro. El perro de la familia se cayó al agua y se ahogó. El cuerpo muerto quedó atrapado en el desagüe. Aun cuando el tipo que vino a arreglar la piscina abrío el filtro y sacó un tubo gomoso, un aguachento resto de intestino con una gran píldora naranja de vitaminas aún dentro, mi padre sólo dijo: “Ese maldito perro estaba loco”. Desde la ventana de mi pieza en el primer piso podía escuchar a mi papá decir: “No se podía confiar un segundo en ese perro...”.
Después mi hermana tuvo un atraso en su período menstrual.
Aun cuando cambiaron el agua de la pileta, aun después de que vendieron la casa y nos mudamos a otro estado, aun después del aborto de mi hermana, ni siquiera entonces mis padres volvieron a mencionarlo.
Esa es nuestra zanahoria invisible.
Ustedes, tomen aire ahora.
Yo todavía no lo hice.



¿Y bien?

03 julio, 2007

BONSÁI


Vuelvo a la carga. Empiezan mis pseudo-vacaciones y tengo que recuperar el tiempo perdido. Entre comillas, porque todos esos libros que debí leerme en invierno ya no los leeré nunca, ni nunca leeré los que tendría que leerme en su lugar este verano… qué fácil es alterar el orden vital (¡Oh, fatalidad!)

Reflexiones estúpidas a parte (pequeño intento encubierto de disculpa por mi ausencia) hoy voy a escribir sobre un cuento largo (novela, al parecer), el último regalo que he recibido y que desde aquí agradezco otra vez.
Qué le voy a hacer, a una le encanta que le regalen libros. Y si son interesantes, mejor.
Hablo de Bonsái, la segunda novela, se dice se comenta, de un fulano llamado Alejandro Zambra. Joven poeta chileno. Por lo visto muy joven, pero he pasado de averiguar cuánto exactamente. No vaya a ser que sea demasiado joven (¿más que yo, y publicando libros y siendo crítico literario? Eso es vida, eso es plan) El tema (y voy a copiar literalmente lo que otro ha escrito, porque me ha gustado) es: “chico conoce a chica, salen juntos un año, ella lo deja, él sigue enamorado, ella se va a Madrid, él sigue enamorado, pasa el tiempo, él sigue enamorado, ella se suicida, él sigue enamorado, años después se entera, él sigue enamorado” Parece poco original, si si si. Sin embargo en realidad si algo es este libro, es justo eso. Porque como lector, uno no se involucra demasiado en la historia (o, mi eterna duda, a lo mejor si. Pero yo no) Más bien los hechos se suceden, a veces un poco sorprendentemente, no creo que pueda decirse que de forma inconexa, pero si sin detalles, sin explicaciones superfluas (¿superfluas? Bueno, eso depende de lo cotilla que te sientas ese día a esa hora) y uno resbala por ellos un poco como si estuviera ojeándola, echando un vistazo simplemente. No recuerdo que me haya pasado antes. Según la persona que escribió la contraportada, Borges recomendaba escribir como si se estuviese redactando el resumen de una obra ya escrita y parece que el autor se ha tomado, almenos por esta vez, ese consejo bastante en serio ¡Cuántas novelas gordas se habrán desarrollado a partir de algo así! Y sin embargo, al acabar el libro, no se echa en falta toda la paja que se le podría haber metido. Que es mucha. Así que me apetecía comentarlo, por si tampoco conocíais a Alejandro Zambra. Aunque en fin, conociendo el percal… apostaría que no he hecho ningún descubrimiento. Esto es sólo por si acaso ;)

27 febrero, 2007

ALGO SOBRE LIBROS

Supongo que hoy es un día tan válido como otro para escribir un nuevo post. O no. Quién sabe. Ayer alguien me preguntó “¿Cómo era la página esa de tus colegas, que nunca me acuerdo?” Llevaba un tiempo evitando cuidadosamente entrar para eludir remordimientos, pero no tuve más remedio que teclear la dirección y esperar avergonzada a que cargara. Entonces vi la fecha de la última vez. Y ahora estoy aquí, tras un reinicio y un corte de luz, con un poquito de más mala leche que al princio del párrafo, escribiendo algo para poder mirar a Guille a la cara la próxima vez que lo tenga delante.
¿Sobre qué escribir? Pues, claro, algo sobre libros. Ültimamente he leído más bien poco. Y además he leído libros que, por alguna extraña razón, me cuesta comentar. Siempre tengo la impresión de que para escribir sobre cualquier historia, no es suficiente haberla leído una única vez. Porque es muy sencillo decir “tal novela, tal argumento”. Y no es eso lo que quiero. Para hacer un resumen no hace falta leesela, sólo hace falta ir a google…
Cualquier libro provoca determinadas sensaciones según el momento, la experiencia de cada uno y un montón de cosas más. Así que juzgarlos puede ser bastante complicado. Cuando algún libro me resulta indiferente (que alguno ha habido) está claro que no me intersa escribir, y cuando no, al sentarme delante del ordenador, me inavade la duda acerca de si estoy contando “la verdad” sobre el libro o “mi verdad” sobre él. Y eso me resulta poco tranquilizador. Inquietante. ¿Quién soy yo para hablar de él? ¿Acaso diría lo mismo en otras circunstancias?
De una de esas novelas que he leído recientemente ya comenté algo allá por noviembre… Es Trópico de Cáncer. Si la hubiese leído hace seis años, no me hubiese gustado nada. Si la hubiese leído hace tres, empapelaría la facultad con ella, encerraría a unos cuantos compañeros míos y prendería fuego despiadadamente. Por fortuna la he leído ahora. Y me ha encantado. Ya no creo que lo que cuenta sea exagerado ni totalmente falso, imposible ni pretenciosamente sórdido. Y ya no me ralla esa forma de ver el mundo, ya no lo veo una amenaza ni una injusticia. Cosas que antes me hubiesen cabreado infinitamente, ahora me han hecho sonreir para mis adentros y comprobar una vez más que los humanos, humanos somos. Atemporalmente. Con nuestras circunstancias, nostalgias, frustraciones, nuestra sexualidad como modo de expresión (o como fin), nuestros vacíos y sobre todo, con nuestra soledad y nuestro cinismo. Supongo que una novela tan conocida no necesita una descripción muy exhaustiva. En mi mente ha quedado muy ligada a París era una fiesta. La otra cara de la moneda. El mismo encanto. Pero tal vez cualquier otra persona no vea esa conexión…
Después, habiendo oído que Trópico de Capricornio era mejor, no pude reprimir mis impulsos aquella mañana gris de rebajas, en la que fui al Corte Inglés en busca de unas botas. Me lo compré. Y si no fuera por mi madre (literalmente) hubiese pasado de las botas y me hubiese comprado también uno de Pessoa y el Ulisses de Joyce. Cochino dinero. Total, que mi primer libro del 2007 ha sido este. Y puede ser que sea mejor, que su prosa sea más limpia que la del otro Trópico, lo que queráis. Pero a mi no me ha gustado más. Ni siquiera me ha gustado igual. Y con todo, creo que es muy bueno. Y sin embargo, no sé explicar por qué. ¡Qué exasperante!