27 noviembre, 2010

PASANDO FATIGAS (Mark Twain)

En lo últimos meses no he estado muy acertada con mis elecciones literarias. No es que haya sufrido horriblemente, pero la verdad es que me he decidido por unos cuantos libros que ni fu ni fa. Por suerte, los chicos de BLB tienen mejor ojo... Fueron quienes me pusieron delante un libro de Mark Twain (momento confensión vergonzosa: nunca había leído nada suyo.) Así que les debo algún brebaje cuidadosamente preparado o una recomendación tan buena como la suya, por lo menos.
Pasando fatigas es la narración de las anécdotas (algunas increiblemente sorprendetes) que vivió el propio Twain durante su viaje y posterior estancia en Nevada allá por los mil ochocientos largos, cuando la fiebre del oro conquistaba los corazones de los aventureros y en Nevada no había casinos, ni nada de nada.

Al hermano del protagonista le asignan allí el puesto de Secretario del Estado y éste no duda en acompañarlo desde Missouri para ocupar, a su vez, el puesto de secretario del Secretario. Claro que este no será más que uno de los varios oficios que intente desarrollar (subrayo “intente”) el idealista y curioso Twain...

En un principio, la idea era permanecer el el far west unos tres meses. Pero la fiebre es contagiosa y la sensación de libertad demasiado abrasadora y sugerente, así que la aventura se prolonga durante varios años... Las historias que vive y cuenta son muy curiosas, igual que algunos personajes con los que se encuentra. Hay que reconocer que se ve que el hombre exagera (o eso quiero pensar) y que las mismas anécdotas contadas con otras palabras (ya os habréis dado cuenta de la importancia que le doy a cómo están expresadas las historias que leo, me repito como los ajos...) no serían tan graciosas. Pero por suerte, lo cuenta con un lenguaje muy socarrón, describiéndose como un tío cándido a veces, patoso casi siempre (una calamidad, de hecho, capaz de incendiar hectáreas enteras por descuido ) y un poco cínico o...excéptico, según para qué. Y el resultado no tiene desperdicio. No por casualidad el título completo del caudarno de viaje es: Pasando fatigas. Un hilarante viaje por la fiebre del oro. Así que ya veis, el título lo dice todo. Yo sólo puedo confirmar que no miente y añadir palabrería barata. Y como nunca sé muy bien qué puedo contar sin destripar las cosas, voy a hacer algo muy muy malo y copiar un trocito para que veais a qué me refiero (una muestra muy pequeña que, espero, os guste lo suficiente como para que no podáis dormir hasta haberlo leído):

“Yo iba armado hasta los dientes con un enternecedor, insignificante y diminuto Smith de siete tiros, del calibre idéntico al de las grageas homeopáticas; era necesario apretar siete veces el gatillo para que la dosis fuera de adulto. Mas a mí se me antojaba un arma letal, cuyo único inconveniente era la imposibilidad de hacer blanco con ella. En cierta ocasión, uno de los mayorales de la diligencia la utilizó contra una vaca; mientras las bestia estuvo inmóvil, no corrió ningún riesgo, pero al empezar a menearse, se convirtió en un blanco inseguro y el proyectil la alcanzó.
El Secretario llevaba revolver al cinto.Era un Colt de calibre pequeño, que le serviría de defensa contra los pieles rojas, pero al que, por precaución,para evitar posibles accidentes, no había cargado.”

Entiendo que igual es demasiado corto para surtir el efecto deseado, pero no para daros una idea de qué linea sigue la narración. Si os ha gustado, ya sabéis cómo conseguir más.

2 comentarios:

Metafora Nord dijo...

Me encanta Twain, gracias por la recomendación, no había leído PASANDO FATIGAS, debe ser de lo primerito que escribió. Creo que será como leer a Twain, antes de que se convirtiera en Twain. Voy a buscarlo. Gracias

Anónimo dijo...

Escéptico, compañera. No "excéptico".